La llamada del Oráculo.

En la última batalla Lúa había muerto. Ella lo sabía, había visto cómo se desvanecía el mundo en un estallido repentino… y había escuchado el último grito de Spock. Luego nada. ¿Paz? No, paz no. Oscuridad, niebla, confusión. 

¿Gritos, tal vez? Lúa no lo recordaba. Había una especie de abotargamiento que evitaba que te preocuparas por lo que había pasado. Como si te hubieran arrancado algo y hubieran dejado un vacío en ese lugar, un vacío palpitante y anestesiado, un vacío que la dragona agradecía por robarle todos los sentidos y sentimientos.

Esto que estaba ocurriendo ahora, sin embargo, no era un vacío. Lúa aulló de dolor mientras sus miembros volvían a la vida y el aliento regresaba a su cuerpo, los ojos llenos de lágrimas y la cabeza dándole vueltas, con ganas de volver al vacío y salir de esa tortura. 

Si la vida era así no merecía la pena, pensó mientras se retorcía, sintiéndose morir sólo para poder vivir. Pero si Spock había podido aguantarlo ella lo haría también, concluyó apretando los dientes. Por él.

***

Para Spock el mundo se había ralentizado de golpe. Ni siquiera su grito pudo evitar que los ojos de Lúa se apagaran justo antes de tocar el suelo, dejándole con la absoluta certeza de que la muerte se había llevado a su compañera de la forma más cruel posible: sin que él pudiera hacer nada para evitarlo. El campo de batalla era un borrón para el elfo, quien sólo pudo caer de rodillas frente a su montura agonizando por el dolor que la tristeza le provocaba.

Pasaron minutos, horas, días, meses, años, simples segundos… y Spock se mantuvo ahí, junto a su amiga, su compañera, velando su cuerpo, incapaz de hacer otra cosa que acariciar las suaves escamas de su cuello, esperando… ¿por qué? Quién sabe… Spock sólo sabía esperar y esperar. Y parecía que no haría otra cosa hasta que su final llegara y pudiera por fin reencontrarse con Lúa en algún lugar del limbo, hasta que un murmullo de movimiento le alertó. Su espera había terminado por fin. 

***

Lúa rugió de nuevo y se incorporó de golpe dando una feroz dentellada al aire, todo su cuerpo quejándose y suplicando volver al vacío del limbo. Después cayó al suelo de nuevo. Su mirada comenzó a funcionar unos minutos después, logrando enfocar una figura conocida a su lado. Las lágrimas comenzaron a resbalar por su morro casi de inmediato, evaporándose antes incluso de tocar el suelo. Se quedó así un buen rato, sólo mirando a su querido jinete.

-¿Spock?- susurró al cabo de un tiempo con la voz rota. –Te has quedado conmigo.

Incorporando de nuevo la cabeza, con mucho esfuerzo, la acercó a la de su amigo y le acarició suavemente cerrando los ojos con fuerza, disfrutando de la tibieza de las manos del elfo sobre sus escamas, que volvían poco a poco a recuperar la temperatura normal de Lúa.

-He vuelto- una sonrisa cansada se evidenciaba en esas palabras.

Al abrir los ojos de nuevo, sin embargo, la dragona vio todavía los cadáveres a su alrededor, la quietud, el olor a sangre, fuego… y en el aire, una extraña niebla, una niebla casi aceitosa y pesada. Se levantó tambaleándose, insegura sobre sus patas y extendiendo las alas con un quejido para lograr mantenerse en pie.

-Algo va mal, Abrazarboles- comenzó a decir, pero algo le interrumpió. Una voz. Pero no cualquier voz. Esta sonaba en su cabeza.

¡Sí que tardáis en revivir los escupefuegos! Necesito que vengas, y lo necesito ya. Llevo ya demasiadas horas tratando de comunicarme contigo y se nos acaba el tiempo”.

<<¿El Oráculo?>> se preguntó la dragona. Sacudió la cabeza, tratando de ignorarle. Sin embargo la sensación de que era importante no la dejó.

-Spock, tenemos que irnos de inmediato- decidió en ese momento. Ignorando las quejas de su jinete, quien no había escuchado la conversación, le colocó en su lomo y, dando un salto, se elevó en el aire dirigiendo una última mirada a los muertos que dejaba atrás. 

De inmediato comenzó a contarle a Abrazarboles lo sucedido.

Continuación: El trato.

*POST ESCRITO JUNTO A MARINA-MUFFIE, QUIEN HA MANEJADO LA VERSIÓN DE SPOCK ABRAZARBOLES, SU PERSONAJE, EN ESTE FRAGMENTO, Y LA APARICIÓN ESTELAR DEL ORÁCULO EN MANOS DE ALMU-KHOANA*.

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