Lágrimas de sangre.

Fragmento anterior: Esperanza de diamante.

La dragona alzó el vuelo segundos antes de que el suelo explotara bajo sus pies, notando por las vibraciones que algo se acercara. Horrorizada, vio como unos tentáculos se alzaban rodeando a la figura intangible del Oráculo, y cómo los fragmentos de suelo volaban por todas partes. Uno de ellos le alcanzó en una pata, rasgándole la piel y haciendo que la sangre goteara, caliente, hacia el abismo que se movía bajo ella.

-¡¿Has traído al kraken?! ¿¡Al asesino de nuestros hijos!?- aulló, fuego saliendo junto con cada palabra que pronunció. Los ojos se le encendieron. -¡¿Era todo una trampa!? ¡Sabía que no tendría que haber confiado en ti!

Lúa se elevó todavía más y haciendo una pasada por la sala, exhaló una bola de fuego hacia la masa de tentáculos, loca de rabia y llena de venganza.

-¡¿Pero qué haces?!- abrió la mano ante la dragona y después la cerró en un puño, sintiendo cómo ésta no cesaba de luchar para liberarse. -¡Estate quieta!

Por un momento, sus ojos volvieron a la normalidad y los tentáculos cayeron contra el suelo, creando un pequeño terremoto. Al recuperar todo el control sobre sí misma, superó a la dragona, que desfalleció bajo su poder. Una vez todo recobró la calma, sus ojos volvieron a tornarse oscuros. -Estás preocupando a tu amigo. ¿No te das cuenta de que está en la sala contigua?

Los tentáculos envolvieron a la dragona y comenzaron a arrastrarla con ellos hacia abajo, sumergiéndola cada vez más profundamente en el agua.

Lúa casi enloqueció cuando notó cómo los tentáculos, fríos y húmedos, se enroscaron a su alrededor, los ojos aterrorizados, dando dentelladas a diestro y siniestro sin resultado alguno. El poder del Oráculo era demasiado fuerte para ella. Antes de que las aguas se cerraran sobre ella, sin embargo, miró intensamente a la criatura desalmada que antes fue una veela.

-No hagas daño a Spock, por favor- susurró antes de hundirse completamente.

El agua, fría y oscura, la rodeó como una pesada manta y después de aguantar la respiración un rato, incapaz de liberarse de los tentáculos por mucho que se retorcía, Lúa no pudo evitar respirar. Litros de agua entraron en sus pulmones, haciendo que la dragona comenzara a perder capacidad de visión al tiempo que el dolor se apoderaba de ella.

¿Así es como murieron nuestros pequeños? ¿Con toda esta angustia?” se preguntó mientras se sentía cada vez más débil… y mientras todavía era arrastrada abajo, mucho más abajo.

Spock, por supuesto, no pretendía separarse ni un centímetro de Lúa dejándola en manos de aquel ente, pero, por lo visto, el ente no pensaba igual. En un parpadeo, Spock se vio transportado de aquella estancia a otra similar que no debía estar muy lejos, pues oía los ecos de la voz de la dragona llamándolo.

-¡Lúa! ¡Lúa! ¡Eh! ¿¡Dónde me has metido!? ¿¡Dónde está Lúa!? ¡Devuélveme con ella!- gritaba el elfo en todas las direcciones, intentando llamar la atención del ser.

Observando cómo se hundía la dragona, aquella figura de ojos negros apretaba los dientes. "Piensa que es una trampa... ¡será necia!"

-Veamos cuanto afecta realmente esta niebla... - con un chasquido de dedos, la figura del elfo se materializó a pocos metros del oráculo, pero en estado de inconsciencia. Un sonido de tobilleras se acercó a él, y la joven posó una de las manos en su frente -lo siento, si hubieras escuchado todo el espectáculo que se estaba montando aquí, me hubiera sido más difícil hacer lo que voy a hacer- recogió a Spock con sumo cuidado y le colocó en una posición más cómoda.

Una de sus orejas puntiagudas se movió ligeramente, detectando sonido a sus espaldas.

-Podías haber sido más rápido, llevo un rato esperándote y no estoy como para derrochar poder- se giró y enfocó sus ojos, aún negros por el control que ejercía sobre el kraken, en Neptuno.

-Lo siento- éste bajó la cabeza -no ha sido fácil encontrar un elemental de aire que quisiera desafiar al arcángel, y menos en los tiempos que corren.

-¿Y dónde está?- unas gotas anaranjadas se unieron al azabache de sus ojos.

-Siento la tardanza- Eolo, al igual que Neptuno, bajaba la cabeza ante el oráculo.

-¿¡Tu hijo!?- el naranja se comenzaba a fundir con el negro -¿Sabe lo que esto conlleva? ¿Y le expones así?- su voz resonaba por todo el templo.

-Sabe que sufrirá, pero también sabe que vivirá... al menos viviremos si tú sobrevives, así que comencemos ya. No malgastes esfuerzos.

El oráculo cerró los ojos por unos segundos y exhaló aire, relajándose y aceptando la situación. Segundos después, los gritos de dolor de padre e hijo comenzaron a escucharse mientras uno se derretía, convirtiéndose en agua, y el otro se deshacía, convirtiéndose en aire. La joven ahora abrió los ojos y un humo espeso y oscuro comenzó a fluir de ellos, quedando estático alrededor de ella.

Y entonces, el elfo, comenzó a despertar de su inconsciencia.

-¡No! No puedo controlar a todos a la vez- el oráculo cayó sobre sus rodillas, haciendo un esfuerzo desmesurado por tratar de volver a dormir al joven, pero en vano.

Spock parpadeó furiosamente al despertar. Ni siquiera se había percatado de cómo o cuándo había caído inconsciente, pero dada la apariencia de la habitación había sido un rato, pues el suelo de esta se encontraba derrumbado. Además, ahora había alguien más en la estancia. La reconoció como una veela por sus facciones y belleza, a pesar de que se veía como si sus energías estuvieran siendo drenadas.

-¡Hey!- Spock se levantó como pudo y se acercó a la veela con la intención de sostenerla para evitar que cayera-. ¿Estás bien? ¿A ti también te ha traído eso? ¿Qué ha pasado? ¿Te ha hecho algo?

Por un momento, el elfo quiso preguntarle si había visto a Lúa, pero probablemente la muchacha se encontrara desorientada y confusa con la situación, como él mismo.

-Déjame ayudarte, por favor- un hilo de sangre resbaló por uno de los laterales de la boca del oráculo. Acto seguido, dirigió una mano hacia el elfo, que se acercaba aún algo confuso, y el aire en el que se había convertido Eolo le rodeó por completo, como un torbellino. Por su parte, el agua que antes había sido parte de Neptuno se escurrió por el mismo agujero que se había tragado a Lúa.

Spock miró a la veela aún más confuso. "¿Ayudarle ella? ¿No era ella la que estaba mal?" De repente, un torbellino de aire le rodeó tras un gesto de la chica y el elfo pensó asustado que quizás no era tan inofensiva como se había creído en un principio.

Lúa ya no veía y sentía el agarrotamiento extenderse por su cuerpo. El fuego de su pecho comenzaba a vacilar pero trató de no cejar en su empeño, revolviéndose débilmente. El agua a su alrededor hirvió al lanzar ella una llamarada que no ardió.

-Debías seguir inconsciente- la voz rebotó por las paredes del templo -Lo siento, pero esto te va a...- más sangre, esta vez cayendo por el lateral contrario de la boca, formando dos ríos perfectamente acompasados. El oráculo miró hacia el suelo, casi horrorizado de ver su propia sangre crear un charco en él. Cuando levantó la vista, vio cómo se comenzaba a desgarrar la carne en dos líneas perfectas en la espalda del elfo. Abrió los ojos aún más, esforzándose al máximo.

Ante las palabras de la veela Spock abrió los ojos horrorizado. No era que supiera lo que estaba pasando realmente, pero todo aquello se veía como algo definitivamente malo. Y no le quedó ninguna duda de ello cuando el dolor comenzó. Agudo, desgarrador, espantoso.

La dragona pensó que el estarse ahogando arrastrada hacia las profundidades por el mismo monstruo que había asesinado a sangre fría a sus hijos era malo. Se equivocaba. Algo la rodeó, pudo notarlo. El agua se hizo más densa, oprimiendo su cuerpo con tal fuerza que escuchó entre las burbujas de aire que aún escapaban a la superficie los crujidos de los huesos que se rompían, de su cuerpo que se alargaba y se desgarraba. Lúa dejó de notar los tentáculos del kraken a medida que eso le rodeaba, a medida que cada escama que recubría su cuerpo era levantada, a medida que el agua hervía con más fuerza. 

La dragona aulló de dolor incapaz de moverse más, tendida entre los tentáculos del monstruo marino como una marioneta a la que hubieran cortado los hilos.

Rezó por perder la consciencia, pero ni esto se le concedió. El agua, cada vez más densa, se apretaba a su alrededor silbando cada vez que se escurría por entre sus escamas. 

El fuego de su pecho parpadeó una última vez antes de apagarse y en ese momento Lúa se dio cuenta de que nunca antes había sentido verdaderamente el frío. La escarcha se extendió sobre sus garras, sobre sus cuernos, cubriendo sus ojos a medida que su temperatura, privada del fuego vital de la dragona, bajaba.

Unas burbujas comenzaron a subir, explotando en la superficie. "Bien, esto funciona... allí abajo también está todo en curso". La escena que tenía ante ella le hacía sentir impotente. Ella habría querido que Spock estuviera inconsciente durante su transformación. Ya solo le calmaba la idea de que Lúa llevaba sumergida el suficiente tiempo como para sí estar inconsciente y no estar sintiendo nada. El sufrimiento tomaba a veces matices insoportables. Todo el cuerpo le ardía. Sentía que todo su cuerpo estaba desgarrándose al completo, pero trató de aguantar todo lo posible. Aquello debía terminarse o Spock, Lúa, Eolo, Neptuno y hasta ella misma, morirían en aquel lugar. Sintió que algo resbalaba por sus mejillas y se llevó las manos a la cara con ansiedad, pensando que, desde hacía ya mucho tiempo, había conseguido romper a llorar.

La realidad era otra: lo que brotaba de sus ojos era sangre. Y no era el único sitio por el que lo hacía: por su frente corría sudor de sangre también, que se mezclaba con la de sus ojos, y aunque ella no reparó en ello, con la que emanaba también por los laterales de su boca. Entonces lo supo: estaba a punto de morir. Ella y todos los demás.

*Post escrito en colaboración con Almu-Khoana, la creadora de Bloggerland y Oráculo, y Marina-Muffie, creadora de Spock*

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